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Mercedes y su increíble robot

Mercedes era una niña de siete años con una imaginación tan grande como su colección de juguetes. Tenía de todo: bloques de construcción, muñecas, peluches, libros y juegos de mesa. Sin embargo, siempre había un problema después de jugar... su habitación se convertía en un caos absoluto. A su mamá no le gustaba el desorden y siempre le pedía lo mismo: “Mercedes, antes de jugar de nuevo, tienes que ordenar”.

Un día, mientras miraba el desastre en su cuarto, Mercedes tuvo una idea brillante: “Si construyo un robot que ordene por mí, ¡podré tener más tiempo para jugar!”. Decidida a poner manos a la obra, corrió al garaje de su casa para encontrar materiales.

Con una caja de cartón grande, algunos cables, ruedas viejas de un carrito y una linterna rota, Mercedes empezó a construir su robot. Lo llamó "Robo-Mer", y lo decoró con pinturas de colores y pegatinas brillantes. Para los brazos, usó tubos de papel de cocina, y en la cabeza colocó un casco de bicicleta para darle un toque más tecnológico. Finalmente, le puso unos botones como ojos y lo cubrió de pintura plateada para que se viera futurista.

Cuando terminó, Mercedes le conectó un pequeño control remoto que había encontrado en una caja de juguetes viejos. Nerviosa y emocionada, apretó el botón para encenderlo. De repente, "Robo-Mer" cobró vida, sus ojos de botón brillaron, y empezó a moverse.

“¡Funciona!”, gritó Mercedes saltando de alegría. "Robo-Mer, ¡es hora de limpiar!". El robot obedeció, y de inmediato comenzó a recorrer la habitación, recogiendo juguetes, colocando los bloques en su caja, apilando los libros y poniendo las muñecas en su estante. Mercedes observaba sorprendida mientras su cuarto se ordenaba en cuestión de minutos, sin que ella tuviera que mover un dedo.

Con su cuarto impecable, Mercedes se tiró en la cama, contenta de que ahora tendría mucho más tiempo para jugar. Pero entonces, algo curioso sucedió. "Robo-Mer", al no tener más cosas que limpiar en la habitación, decidió salir al pasillo. Mercedes lo siguió de cerca, preguntándose qué haría a continuación.

El robot fue directo a la sala, donde empezó a ordenar los cojines del sofá y a doblar las mantas que estaban tiradas. Luego se dirigió a la cocina, donde alineó los platos en los estantes y dejó todo perfectamente limpio. Mercedes no podía creer lo que veía: ¡Robo-Mer había tomado el control de toda la casa!

Justo en ese momento, la mamá de Mercedes entró en la cocina y vio a "Robo-Mer" en plena acción. "¿Qué es esto?", preguntó sorprendida.

"Es mi robot, mamá. Se llama Robo-Mer, y lo construí para que me ayude a ordenar", explicó Mercedes, muy orgullosa de su invento.

Su mamá, sonriendo, le dijo: “Es un invento maravilloso, Mercedes, pero también es importante que a veces seas tú quien ordene. Aprender a cuidar tus cosas te hará más responsable.”

Mercedes lo pensó y decidió que su mamá tenía razón. A partir de ese día, Mercedes y "Robo-Mer" trabajaban juntos. El robot ayudaba a limpiar, pero Mercedes también se encargaba de ordenar algunos juguetes por su cuenta. Así, siempre mantenían el cuarto en orden y ella tenía tiempo de sobra para jugar.

Juntas, Mercedes y "Robo-Mer" formaron un equipo imparable, listos para cualquier nueva aventura. Y, aunque Robo-Mer hacía el trabajo pesado, Mercedes aprendió que a veces la mejor parte de las aventuras es poner un poquito de esfuerzo propio.

Fin.

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