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Cumpleaños mágico

Era un día especial para Víctor. Estaba celebrando su décimo cumpleaños con una fiesta en su casa, invitando a todos sus amigos. La sala estaba decorada con globos, serpentinas y un enorme pastel de cumpleaños en la mesa. La alegría y el bullicio llenaban el aire, pero lo que los niños no sabían era que ese día iba a ser mucho más emocionante de lo que habían imaginado.

El padre de Víctor trabajaba para el gobierno en proyectos muy secretos. Había traído a casa un frasco de caramelos especiales, que eran parte de un experimento secreto. Estos caramelos estaban diseñados para ofrecer poderes, pero el experimento aún no estaba listo para ser probado y, por supuesto, nadie debía verlos.

Mientras los niños jugaban y se divertían, la curiosidad de los pequeños fue despertada por una puerta entreabierta en el despacho del padre de Víctor. Se trataba de un lugar que les estaba prohibido explorar, pero la tentación fue demasiado grande. Los ocho amigos, con Víctor a la cabeza, decidieron investigar. Al abrir la puerta, encontraron el frasco de caramelos, que parecía relucir con un brillo misterioso.

Sin pensarlo dos veces, cada uno tomó un caramelo y lo comió. Estaban ansiosos por ver si sucedía algo mágico, pero no imaginaban las sorpresas que les esperaban. Los caramelos eran muy especiales, pero no de la manera en que habían esperado.

De repente, el caos se desató en la casa. Uno de los amigos, llamado Carlos, comenzó a inflarse como un globo hasta que quedó flotando en el techo. "¡Ayuda, me estoy elevando!" gritó Carlos, mientras flotaba sin control.

Otra amiga, Ana, comenzó a derretirse como si fuera agua. Los demás tuvieron que correr a buscar un trapo para recogerla, dejando charcos por toda la casa. "¡Esto no es lo que esperábamos!" exclamó Ana, mientras la escurrían en un balde.

Santiago, que había comido uno de los caramelos, se encendió de repente y comenzó a arder. "¡Estoy en llamas!" gritó, mientras lo metían rápidamente en la bañera llena de agua para que no causara un incendio.

Lucía creció de repente, tanto que casi no cabía en la habitación principal. "¡No puedo entrar por la puerta!" exclamó, y tuvieron que mover muebles para hacerle espacio.

Javier se transformó en un perro verde, que corría por la casa ladrando y persiguiendo su propia cola. "¡Woof! ¡Woof!" ladraba Javier, mientras intentaban calmarlo.

Valeria se volvió tan pesada que hizo un enorme hoyo en el piso. "¡No puedo moverme!" se quejaba, y los demás niños intentaban desesperadamente levantarla sin éxito.

Ricardo tenía lunares de colores por todo el cuerpo, que cambiaban de forma y tamaño. "¡Miren qué raro me veo!" decía Ricardo, mientras los lunares brillaban de manera intermitente.

Finalmente, al cumplir años, Víctor se dio cuenta de que no le había pasado nada extraño, pero al ver el caos en la casa, se preocupó por sus amigos.

Cuando el padre de Víctor regresó a casa, encontró la escena de desastre: niños flotando, derritiéndose, ardiendo, creciendo, convirtiéndose en perros y hundiéndose en el suelo. Después de recuperar el aliento, el padre de Víctor les explicó que los caramelos eran parte de un experimento secreto y que el único modo de revertir los efectos era encontrar al mago que estaba trabajando con ellos. El mago vivía en una montaña cercana y tenía la habilidad de deshacer cualquier magia.

Así, Víctor y su padre emprendieron una épica aventura hacia la montaña. A lo largo del camino, enfrentaron ríos caudalosos, bosques misteriosos y colinas empinadas. Finalmente, llegaron a la cabaña del mago, quien estaba meditando en el jardín.

“¡Mago, por favor, ayúdenos!” pidió Víctor con urgencia. El mago, al escuchar la historia, asintió y preparó una poción especial para revertir los efectos de los caramelos.

Mientras Víctor y su padre regresaban a casa, los amigos de Víctor se transformaron de nuevo en sus formas normales, aliviados y agradecidos. Todos estaban felices de que la aventura hubiera terminado bien y de que los caramelos mágicos finalmente hubieran dejado de causar caos.

El cumpleaños de Víctor fue recordado como el día en que la magia se desató, pero también como una gran aventura que los unió más que nunca. Y aunque no todos los cumpleaños eran tan emocionantes, Víctor siempre recordaría ese día con una sonrisa, sabiendo que, a veces, las sorpresas más inesperadas pueden llevar a las aventuras más grandiosas.

Fin.

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